Ultradistancia se conoce como toda carrera de mayor distancia que un maratón (42.195 km) por eso también se le nombra ultramaratón. Hoy, a lo largo de todo el mundo cientos de corredores participan en carreras que los llevan a probar sus límites físicos y mentales, a subir y bajar montañas, volcanes, cruzar ríos, atravesar ciudades y a veces estados, con el único objetivo de poner un pie delante del otro hasta llegar a la meta.
¿Cómo nace la ultradistancia?
Actualmente hay carreras icónicas con las que se identifica el inicio de la ultradistancia como lo conocemos; en específico Western States, una carrera de 100 millas (160 km) que desde 1977 (a modo oficial) ocurre en California, es considerada la carrera de 100 millas más antigua del mundo. Sin embargo, muchas carreras de 100m y otras distancias habían ocurrido más de un siglo atrás. Podríamos decir que Western States tuvo la mercadotecnia correcta en el tiempo correcto, y que años atrás el running tuvo que competir con deportes mucho más populares y vistos, lo que lo dejó un poco velado, pero definitivamente no apagado.
Y es que correr es algo tan naturalmente humano que difícilmente podría no ocurrir. Correr es parte de la historia de nuestros pueblos como un medio de sobrevivencia para comunicarse, para conseguir agua y alimento; correr ha sido una herramienta espiritual, a veces un mantra, incluso un grito de guerra, una manera de estar en contacto con la tierra y de abrazar la naturaleza.
De esto se trata realmente la ultradistancia y entonces si queremos ponerle una fecha de inicio, tendríamos que hablar del principio de los tiempos. La base de su exigencia viene tal vez de una búsqueda espiritual, de inspiración, de tratar de dominar nuestra mente y a partir de ahí mover nuestro cuerpo para recorrer grandes distancias.
No tenemos que irnos demasiado lejos, en México en la Sierra Madre Occidental (Chihuahua) tenemos a los tarahumaras o rarámuris, nuestros hombres y mujeres de “pies ligeros” que hoy son reconocidos a nivel mundial como unos de los corredores más rápidos y fuertes que soportan horas y horas de carrera y recorren distancias de 400km o más comiendo pinole y portando su vestimenta tradicional (Pedro Parra, rarámuri, completó 448km en 64 horas dentro de la prueba de The Big Dog’s Backyard 2020).
Hoy los tarahumaras encuentran en correr una posibilidad de ganar dinero para vivir mejor, pero correr ha sido parte de su sangre desde el principio, los abuelos describen que los niños aprenden a correr antes que a caminar. Viviendo en tierras inhóspitas ellos han tenido que correr para comer, para comunicarse con otros pueblos, para educarse; pero correr no es un castigo es una posibilidad y es estar en comunión con su propia naturaleza. La comunidad entera de rarámuris se junta en una ceremonia en la que se le agradece a la tierra la cosecha, se le pide fuerza para la carrera que al otro día va a comenzar; así hombres y mujeres corren detrás de una pelota (ellos) o detrás de un aro (ellas) por horas y horas, en una fiesta que es más bien un ritual.
Los budistas también describen con mucho misticismo a los Lung-gom-pa, monjes tibetanos que eran capaces de correr días enteros sin parar. La descripción hace referencia a una especie de trance en la que estos monjes casi volando recorren más de 300km en tan solo dos días. Los Lung-gom-pa pasaban de tres a nueve años recluidos en cuevas en donde dedicaban su tiempo a meditar, respirar y levitar para así trascender los límites físicos del cuerpo; olvidarse de sí mismos, de su nombre y de todo lo material para estar en contacto con algo mucho más grande.
Aquí podríamos detenernos y cuestionar las creencias; sin embargo, la palabra clave es la trascendencia, de esto se trata realmente el origen de la ultradistancia. De permitirnos ser diminutos frente a los kilómetros que se nos presentan enfrente para emprender un camino que nos permita atravesar grandes distancias sabiendo que en nuestro cuerpo el único límite nos lo ponemos nosotros mismos.
El ultrarunning nace con esta sed que como humanos tenemos de buscar algo más grande. Hoy lo hemos convertido en un maravilloso deporte con un sin fin de variantes: carreras nocturnas, en nieve, en desierto, alta montaña, asfalto, por tiempo, por distancia, en etapas o non stop… hay tanto por donde elegir, porque realmente el único límite es la imaginación; pero la esencia, esa no cambia, pues en realidad se trata de encontrar en cada uno de nosotros esa capacidad de manejar nuestros límites, dominar nuestros demonios y avanzar.
¿Te atreves a intentarlo?